sábado, 19 de octubre de 2013

Cuencamé, Durango

Cuencamé o Concueme es, hasta la fecha, punto de concurrencia de diferentes corrientes poblacionales. En la etapa precortesiana coincidían ahí los zacatecos, tepehuanos y laguneros. Se trata de "€œun valle muy espacioso y muy ancho coronado de hermosos montes"€, según el decir de su propio fundador, el padre Jerónimo Ramírez, misionero jesuita que llegó al lugar en agosto de 1594.
Relevado de su labor por el padre Agustín de Espinoza, pronto cristalizó su proyecto colonizador. Una carta del escribano Rodrigo de Paz, nos explica que llegó a Cuencamé el capitán Antón Martín de Zapata (a pedimento de Espinoza), y que ante él se presentaron el cacique de dicho pueblo, el de Manganapa, el de Salina y el del Río de las Nazas, los que tomaron los nombres del capitán y el padre, que recibieron tierras para su asiento. El Capitán Zapata designó de establecimiento a Martín Mitza.
En 1622 se menciona al convento de San Antonio de Cuencamé, a cargo de Fray Francisco Santos. El nombre parece ser modificado, ya que en 1693 se le conoce como Convento de la Purísima Concepción, posiblemente para diferenciarlo del de Durango. De cualquier manera, los franciscanos arribaron a este sitio en 1583, aunque al parecer abandonaron la región.
Dentro del municipio se encuentra la población de Pedriceña, fundada por Carlos Michaud recibiendo el nombre del Capitán Pedriza, quien se distinguió durante la época colonial. Llegó inclusive a considerarse municipio independiente.
El partido de Cuencamé estuvo integrado con Peñón Blanco, en 1824 y posteriormente se anexó a Santa Clara, a principios del presente siglo, recuperando también el territorio de Pedriceña.
La mina de Terneras propició la instalación de una planta benefactora propiedad de la American Smelting and Refining Company, la que agotó sus vetas de plata.
Las condiciones económicas de la mayoría de la población resultaban francamente desproporcionadas, pues la riqueza se concentraba en unas cuantas familias. La matanza de Velardeña de Velarde, (otro capitán dedicado a la minería) fue el resultado de las prolongadas tensiones, cuyo origen se debe a la explotación mas allá de los límites de la resistencia de cualquier trabajador.
En 1909 se inició la matanza indiscriminada de la muchedumbre, en una fiesta religiosa, provocando el estallido social para luego aplastarlo violentamente. La mano del Teniente Jesús Garza González, ejecutor material de la matanza, es criminalmente dirigida por las fuerzas económicas que se coludían contra el pueblo.
 Sólo la Revolución de 1910 pudo vengar este genocidio, y quizá estas acciones inyectaron el ánimo de los pobladores a participar decididamente en la lucha armada. Una veintena de generales y gran numero de oficiales, es la contribución del municipio,con Calixto Contrerasy Severino Ceniceros a la cabeza.





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